Blogia

Caótico Neutral

¿Juego límite?

¿Juego límite?

Siempre me han gustado los juegos límites, imaginar situaciones extremas a las que les acompañan decisiones complicadas. El último en el que participé consistía en imaginar que estábamos un grupo de personas en una balsa de madera a punto de hundirse. Para salvar al grueso de los pasajeros, debíamos decidir unánimemente quienes morirían ahogados o devorados por los tiburones.

Quizás algunas películas cumplan la función de reemplazar en cierto modo este juego que dejé de practicar.

El Pianista de Varsovia” Gran libro (breve) y cruda película (larga). Ambientado en el Holocausto, el protagonista, un pianista judio excelente, nos hace partícipe de sus vivencias.

1943 me resulta realmente lejano. Lo que sucedió en el mundo no lo viví. No me tocó. Pero qué haría si una pistola apunta a mi cabeza amenazándome de muerte si no decido entre matar a mi padre de un disparo o desobedecer provocando la muerte de mi hermano. La educación que he recibido establece que tengo que elegir entre el bien o el mal. “Antes que matar a mi padre, prefiero morir. Aunque eso implica el asesinato de mi hermano. Esa no es la opción. Puedo darme la vuelta en un acto heroico y revelarme () Pero la consecuencia de mis actos es la tortura de mi seres querido mientras yo veo todo el proceso”.

No existe la solución buena, ni el “mal menor”. No sé qué hacer.

Llegado a este punto de razonamiento viene a mi mente la idea de que no tengo que seguir con este juego mental límite, no necesito saber la respuesta porque no me encuentro en esa situación. 1943 queda lejos.

“Las tortugas también vuelan” Largometraje de un director iraquí que nos traslada a un campamento de refugiados kurdos, en la fronteras de Kurdistan y Turquía, a través de la historia de un grupo de niños que habitan allí solos, una semana a antes de la guerra con Los Estados Unidos de América. Eso ya no queda tan lejos.

Al salir de la filmoteca pensé que fue mala idea elegir esa película como la primera que vería sin compañía. Aún así no hubiese sabido qué decir porque acababa de conocer una realidad muy cruda y actual. Sólo se me ocurría la pregunta de ¿y ahora que lo sé no voy a hacer nada? (otra super-pregunta) Y lo cierto es que no podía evadirme nuevamente con la idea de que no necesitaba responder a esa cuestión, puesto que los personajes son de verdad. (no pertenecen al pasado o una situación extrema atractiva).

Llegué a agobiarme. No encontré la solución. Es más aún en este instante pienso en dejar escribir sobre este tema y volver a mi mundo. Tengo mucha suerte al poder decidir que hoy no quiero leer las noticias, porque no quiero saber de más desgracias, porque no quiero volver la cara hacia otro lado.

que mañana morirán de hambre o de un resfriado en cualquier parte del globo. Y después de conocer esta realidad me parece ilícito dormir placidamente esta noche. Me parece injusto mi modo de vida, me siento injusta. DEHONESTA. Y sé que dar un kilo de comida en el aulario no me aliviará.

Yo tengo suerte, otros no, es inicuo. La última película de Woody Allen nos transmite que da miedo pensar hasta qué medida nuestra vida depende de la suerte, es arbitraria, escapa a nuestro control.

Sigo sabiendo que hoy están muriendo de hambre.

Y yo que haré…. (vuelta a empezar)

“Matrix” Película de acción y ficción donde las máquinas, nueva “especie” dominante, han creado un programa informático donde reproducen el mundo que hoy conocemos. La humanidad es confinada en habitáculos mientras permanece en un estado continuo de sueño viviendo en Matriz. Un grupo de humanos ajenos a esa manipulación buscan liberar al resto. El protagonista debe tomar una difícil decisión. Elegir entre la pastilla azul o la roja. Azul verdad, roja irrealidad. Conocer o ignorar. Y yo qué haría…

Aún soy consciente de la muerte injusta de los demás …